Pedagogía laboral…un “cuerpo extraño” en las Facultades de Educación.

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La mayor parte de los profesionales de la educación estamos de acuerdo en estas dos afirmaciones. Primera afirmación, la educación, es un proceso que ocupa toda la vida de la persona. La segunda afirmación es que la capacidad de aprender tampoco de limita a una etapa.

Hemos establecido materias en nuestra facultad que tratan sobre la educación de adultos, estudiamos distintos métodos de aprendizaje y se establece que la educación está presente en practicamente todos los ámbitos, con clasificaciones como educación formal, no formal, e informal, o reglada y no reglada, etc.

Hasta aquí todo bien. Es más, si somos consecuentes, aunque cada vez se alarga más la educación inicial de la persona (etapa de educación obligatoria, formación profesional, universidad….), la etapa de la vida más amplia sigue siendo la laboral. Tanto en el sector público, como en el sector privado, la formación continua juega un papel fundamental en las posibilidades de promoción personal y profesional, siendo en muchas ocasiones imprescindible para mantener la competencia profesional.

Como resultado, más de la mitad de los pedagogos titulados terminan trabajando en el sector empresarial. Puede sorprender esta situación, pero los datos así lo demuestran. Es suficiente con consultar el Libro Blanco del Título de grado de pedagogía y educación social publicado por la ANECA. ¿Y que hemos hecho desde muchas Facultades de Educación? Hemos dado la espalda a esta realidad. En la Comunidad Autónoma a la que pertenezco, Andalucía, se ha retrasado su implantación casi hasta que ha sido inevitable. En Madrid llevan una larga trayectoria. En Barcelona también.

Ahora que ya está aquí, con los planes de Bolonia, parece que la pedagogía laboral es un «cuerpo extraño» en las Facultades de Educación. No es una sensación, ni tampoco una pataleta. El reflejo lo podemos ver en muchas áreas. Por ejemplo, existen serias dificultades para encontrar empresas donde los pedagogos puedan desarrollar su labor. Debemos iniciar una red de contactos en el ámbito empresarial. Otro ejemplo, cuando buscamos lecturas, el número es muy reducido respecto a otras áreas. Las Facultades han primado el acceso de profesores con experiencia en el ámbito escolar. Han premiado méritos escolares, y ahora, deben tener presente también los méritos en el ámbito empresarial.

Como pedagogo que trabaja en empresas desde hace más de una década, he vivido en primera persona miradas «raras» al decir en mi Facultad que trabajaba en una empresa. Actualmente esta misma facultad, debe formar a pedagogos para el ámbito laboral. En una de las ponderaciones de mi curriculum, uno de los departamentos, multiplicó por 0.10 mis méritos: diez años de experiencia en el sector empresarial multiplicados por 0.10 eran equivalentes a un año de experiencia en el ámbito escolar. Otros departamentos, lo valoraron de forma equitativa a otros profesionales de otros ámbitos. Desde mi posición, realizo una discreta llamada de atención a aquellas áreas de conocimiento con apellido escolar: deberán limitarse a su apellido, o ampliar su contexto, yo, por supuesto, les invito a ampliar su contexto. Tengamos en cuenta que el ámbito escolar también está cercano a la empresa… no hay más que ver a que ritmo quieren privatizar la educación aquí en España. Los colegios privados son empresas, muchos de ellos con un ambicioso ánimo de lucro.

¿Y tenemos alguna solución? Pues desde mi perspectiva la solución me la ofrecieron en repetidas ocasiones durante mi formación universitaria como pedagogo en la década de los 90. Es más, desde esa perspectiva me lleva a considerar como otra hipocresía más dejar el ámbito laboral a un lado. Cuando hablamos de pedagogía, hacemos referencia a trabajar con personas con dificultades de aprendizaje, a trabajar con colectivos desfavorecidos, con colectivos excluidos, etc. Creo que es parte de la belleza de nuestro trabajo. Si consideramos que uno de los males de nuestra sociedad es un encarnizado capitalismo, una orientación excesiva al ánimo de lucro, y uno de los problemas sociales radica en el ámbito empresarial ¿no nos debería llevar nuestra «filosofía» a preparar profesionales que puedan mejorar este ámbito empresarial tan precario? ¿hacerlo más democrático, más participativo? y no se asusten con lo que voy a decir:  y además hacerlo más productivo y rentable. ¿No es oportuno que seamos vehículo para que personas con poca cualificación puedan mejorar su  empleabilidad, su mejora personal y profesional?  Eso si, tengamos en cuenta que la mejora de los individuos pertenecientes a organización empresarial, da generalmente como resultado un mejora de la misma organización empresarial. Da como resultado una empresa más competitiva. Y ser competitivo, es, ni más ni menos que el resultado de la configuración de nuestro sistema de educación. Lo importante es como tratar esa competitividad para que no sea dañina, tanto en el sector educativo, como en el sector empresarial.

Si los profesionales de la Educación vamos a aproximarnos a este ámbito (y debemos hacerlo), tiene que ser desde una postura sincera, humilde, reconociendo que nos queda mucho por aprender y mucho por hacer. Vamos a un ejemplo más gráfico, y centrado en la realidad. Si tengo que escribir un artículo en una revista, y me solicitan al menos 3 referencias bibliográficas a esa misma revista, y esta no tiene publicado ni un sólo artículo del ámbito laboral, jamás se publicará un artículo en esa revista. A lo mejor es su intención, pero no es un buen inicio.

Además, el sector de la pedagogía laboral no sólo tendrá dificultades por la falta de referencias bibliográficas, sino que además, a diferencia del ámbito escolar, cada empresa o cada sector productivo tiene unas características determinadas, no existe la «alineación» del ámbito escolar sometido a una rica y extensa legislación nacional. También es destacable el hermetismo de las organizaciones empresariales a exponer públicamente su organización interna.

Recientemente he recibido de una prestigiosa revista, de las escasas que ha dedicado varios artículos a la pedagogía laboral,  dos críticas (por el sistema de evaluadores ciegos) sobre un mismo artículo. La primera dice literalmente: «Se dan opiniones o se comentan datos anecdóticos. El tratamiento dado al tema es superficial.», en el mismo apartado, indica el otro corrector «Totalmente fundamentado, actual y con aportaciones pertinentes y adecuadas». Siendo sinceros, me cuesta trabajo adaptar el artículo a las dos correcciones. ¿Qué solución aplicamos? ¿podemos considerarlo un síntoma más de la falta de acuerdo, de la juventud de esta área en la mayor parte de las Facultades de Educación?

Desde mi perspectiva, la apertura, la tolerancia, la pluralidad, la educación durante toda la vida, y otras muchas expresiones muy frecuentes en la facultades de educación me recuerdan a un chiste. Una persona de raza blanca le pregunta a otra «¿eres racista?». La otra persona contesta: «Ni mucho menos». La siguiente pregunta que le hacen es: «¿permitirías que tu hijo se casara con una persona de raza negra?», y  la respuesta vuelve a ser «Ni mucho menos. Pero una cosa no tiene que ver con la otra». Pues considero una situación similar cuando hablamos de pedagogía laboral muchos dicen no tengo nada en contra, pero cuando llega la realidad, descubres que los cambios son lentos, y generalmente provocan reacción.

La pedagogía laboral no es un cuerpo extraño. Es una extensión más de la evolución personal y profesional del individuo en una sociedad que cada vez exige más aprendizaje en menor tiempo, y durante toda la vida.

Firmado: un pedagogo, que desarrolla su profesión en el ámbito laboral.