Pedagogía laboral…un “cuerpo extraño” en las Facultades de Educación.

Imagen de giulia.forsythe

La mayor parte de los profesionales de la educación estamos de acuerdo en estas dos afirmaciones. Primera afirmación, la educación, es un proceso que ocupa toda la vida de la persona. La segunda afirmación es que la capacidad de aprender tampoco de limita a una etapa.

Hemos establecido materias en nuestra facultad que tratan sobre la educación de adultos, estudiamos distintos métodos de aprendizaje y se establece que la educación está presente en practicamente todos los ámbitos, con clasificaciones como educación formal, no formal, e informal, o reglada y no reglada, etc.

Hasta aquí todo bien. Es más, si somos consecuentes, aunque cada vez se alarga más la educación inicial de la persona (etapa de educación obligatoria, formación profesional, universidad….), la etapa de la vida más amplia sigue siendo la laboral. Tanto en el sector público, como en el sector privado, la formación continua juega un papel fundamental en las posibilidades de promoción personal y profesional, siendo en muchas ocasiones imprescindible para mantener la competencia profesional.

Como resultado, más de la mitad de los pedagogos titulados terminan trabajando en el sector empresarial. Puede sorprender esta situación, pero los datos así lo demuestran. Es suficiente con consultar el Libro Blanco del Título de grado de pedagogía y educación social publicado por la ANECA. ¿Y que hemos hecho desde muchas Facultades de Educación? Hemos dado la espalda a esta realidad. En la Comunidad Autónoma a la que pertenezco, Andalucía, se ha retrasado su implantación casi hasta que ha sido inevitable. En Madrid llevan una larga trayectoria. En Barcelona también.

Ahora que ya está aquí, con los planes de Bolonia, parece que la pedagogía laboral es un «cuerpo extraño» en las Facultades de Educación. No es una sensación, ni tampoco una pataleta. El reflejo lo podemos ver en muchas áreas. Por ejemplo, existen serias dificultades para encontrar empresas donde los pedagogos puedan desarrollar su labor. Debemos iniciar una red de contactos en el ámbito empresarial. Otro ejemplo, cuando buscamos lecturas, el número es muy reducido respecto a otras áreas. Las Facultades han primado el acceso de profesores con experiencia en el ámbito escolar. Han premiado méritos escolares, y ahora, deben tener presente también los méritos en el ámbito empresarial.

Como pedagogo que trabaja en empresas desde hace más de una década, he vivido en primera persona miradas «raras» al decir en mi Facultad que trabajaba en una empresa. Actualmente esta misma facultad, debe formar a pedagogos para el ámbito laboral. En una de las ponderaciones de mi curriculum, uno de los departamentos, multiplicó por 0.10 mis méritos: diez años de experiencia en el sector empresarial multiplicados por 0.10 eran equivalentes a un año de experiencia en el ámbito escolar. Otros departamentos, lo valoraron de forma equitativa a otros profesionales de otros ámbitos. Desde mi posición, realizo una discreta llamada de atención a aquellas áreas de conocimiento con apellido escolar: deberán limitarse a su apellido, o ampliar su contexto, yo, por supuesto, les invito a ampliar su contexto. Tengamos en cuenta que el ámbito escolar también está cercano a la empresa… no hay más que ver a que ritmo quieren privatizar la educación aquí en España. Los colegios privados son empresas, muchos de ellos con un ambicioso ánimo de lucro.

¿Y tenemos alguna solución? Pues desde mi perspectiva la solución me la ofrecieron en repetidas ocasiones durante mi formación universitaria como pedagogo en la década de los 90. Es más, desde esa perspectiva me lleva a considerar como otra hipocresía más dejar el ámbito laboral a un lado. Cuando hablamos de pedagogía, hacemos referencia a trabajar con personas con dificultades de aprendizaje, a trabajar con colectivos desfavorecidos, con colectivos excluidos, etc. Creo que es parte de la belleza de nuestro trabajo. Si consideramos que uno de los males de nuestra sociedad es un encarnizado capitalismo, una orientación excesiva al ánimo de lucro, y uno de los problemas sociales radica en el ámbito empresarial ¿no nos debería llevar nuestra «filosofía» a preparar profesionales que puedan mejorar este ámbito empresarial tan precario? ¿hacerlo más democrático, más participativo? y no se asusten con lo que voy a decir:  y además hacerlo más productivo y rentable. ¿No es oportuno que seamos vehículo para que personas con poca cualificación puedan mejorar su  empleabilidad, su mejora personal y profesional?  Eso si, tengamos en cuenta que la mejora de los individuos pertenecientes a organización empresarial, da generalmente como resultado un mejora de la misma organización empresarial. Da como resultado una empresa más competitiva. Y ser competitivo, es, ni más ni menos que el resultado de la configuración de nuestro sistema de educación. Lo importante es como tratar esa competitividad para que no sea dañina, tanto en el sector educativo, como en el sector empresarial.

Si los profesionales de la Educación vamos a aproximarnos a este ámbito (y debemos hacerlo), tiene que ser desde una postura sincera, humilde, reconociendo que nos queda mucho por aprender y mucho por hacer. Vamos a un ejemplo más gráfico, y centrado en la realidad. Si tengo que escribir un artículo en una revista, y me solicitan al menos 3 referencias bibliográficas a esa misma revista, y esta no tiene publicado ni un sólo artículo del ámbito laboral, jamás se publicará un artículo en esa revista. A lo mejor es su intención, pero no es un buen inicio.

Además, el sector de la pedagogía laboral no sólo tendrá dificultades por la falta de referencias bibliográficas, sino que además, a diferencia del ámbito escolar, cada empresa o cada sector productivo tiene unas características determinadas, no existe la «alineación» del ámbito escolar sometido a una rica y extensa legislación nacional. También es destacable el hermetismo de las organizaciones empresariales a exponer públicamente su organización interna.

Recientemente he recibido de una prestigiosa revista, de las escasas que ha dedicado varios artículos a la pedagogía laboral,  dos críticas (por el sistema de evaluadores ciegos) sobre un mismo artículo. La primera dice literalmente: «Se dan opiniones o se comentan datos anecdóticos. El tratamiento dado al tema es superficial.», en el mismo apartado, indica el otro corrector «Totalmente fundamentado, actual y con aportaciones pertinentes y adecuadas». Siendo sinceros, me cuesta trabajo adaptar el artículo a las dos correcciones. ¿Qué solución aplicamos? ¿podemos considerarlo un síntoma más de la falta de acuerdo, de la juventud de esta área en la mayor parte de las Facultades de Educación?

Desde mi perspectiva, la apertura, la tolerancia, la pluralidad, la educación durante toda la vida, y otras muchas expresiones muy frecuentes en la facultades de educación me recuerdan a un chiste. Una persona de raza blanca le pregunta a otra «¿eres racista?». La otra persona contesta: «Ni mucho menos». La siguiente pregunta que le hacen es: «¿permitirías que tu hijo se casara con una persona de raza negra?», y  la respuesta vuelve a ser «Ni mucho menos. Pero una cosa no tiene que ver con la otra». Pues considero una situación similar cuando hablamos de pedagogía laboral muchos dicen no tengo nada en contra, pero cuando llega la realidad, descubres que los cambios son lentos, y generalmente provocan reacción.

La pedagogía laboral no es un cuerpo extraño. Es una extensión más de la evolución personal y profesional del individuo en una sociedad que cada vez exige más aprendizaje en menor tiempo, y durante toda la vida.

Firmado: un pedagogo, que desarrolla su profesión en el ámbito laboral.

Las plataformas e-learning han muerto… y los pedagogos no hemos ido al entierro.

No me he resistido a utilizar un título llamativo, populista, y extravagante que posiblemente sea capaz de captar la atención más de uno. Pero el objetivo de esta reflexión es otra muy distinta.

(Los paréntesis son utilizados «sólo» para traducir terminología pedagógica.)

Después de años de gestión de plataformas (sistemas de aprendizaje), de creación de cursos (procesos de enseñanza – aprendizaje), tutorías (acción tutorial), y formar a formadores de muchos ámbitos, esta apasionante mundo del e-learning (o teleformación, o aprendizaje on-line, etc.) no deja de sorprenderme… y la ausencia de profesionalidad… (profesionales de la formación y/o de los procesos de aprendizaje) tampoco.

Ahora, parece que las plataformas e-learning han muerto. Existe la idea de que no podemos adaptar el modelo de aprendizaje al campus virtual… sino que tenemos que adaptar el campus virtual al modelo de aprendizaje. Pero con que soltura hablamos de modelos de aprendizaje. Es cierto que Moodle, antes de la explosión de la Web 2.0 ya se situaba en el modelo de aprendizaje constructivista pero yo lo he usado como profesor de Universidad, como docente en empresas, como diseñador de acciones formativas, en acciones presenciales, semipresenciales, y virtuales, también en asignaturas universitarias, en acciones de formación continua (o formación para el empleo) en acciones de carácter privado, para estudiantes, para trabajadores, para desempleados, para alumnos con un alto nivel cultural y otros de bajo nivel cultural, y un largo etc. y no me he visto obligado en ningún caso a adaptarme al modelo constructivista. Es más, es adaptado las herramientas que he tenido a mi alcance a los objetivos de las acciones formativas, y a uno o varios modelos de aprendizaje.

Desde que inicié mi andadura profesional con Atutor hace más de 15 años pasando por campus como Moodle (y sus derivados), WebCt y su reencarnación en BlackBoard Learn, hasta otras opciones de diseño “exclusivo” he tenido claro que la calidad de la docencia y el modelo de aprendizaje poca dependencia tiene (o debería tener) con el campus. Me he cuidado de no ser ni “tecnofílico” ni “tecnofóbico”. Tiene más que ver con el los alumnos, los contenidos, los objetivos, la metodología didáctica, la evaluación, y un largo etc. de elementos de carácter pedagógico. Por supuesto, que a mayor conocimiento, a mayores medios, a mayores recursos, posiblemente mejor producto (o servicio). Pero el campus, y las herramientas internas o externas a este no dejan de ser herramientas que debemos adaptar al modelo de aprendizaje. Y desde mi punto de vista, y desde otros expertos de reconocido prestigio, tendemos a la “tecnofilia”.  No adaptamos los recursos existentes al modelo de aprendizaje, sino que supeditamos el modelo de aprendizaje a las modas tecnológicas… y eso es peligroso. Al final convertimos las acciones en un escaparate de virtudes tecnológicas de última generación, mientras el objetivo (que el alumno aprenda) queda en un tercer o cuarto lugar.

Y si el lector duda… vamos a realizar una pregunta: ¿cuántas novedades conoce en el ámbito del aprendizaje? ¿cuáles son las últimas novedades en teorías del aprendizaje? Y ahora, hágase la misma pregunta respecto a las últimas novedades tecnológicas. ¿No cree que debe existir un mayor equilibrio?  ¿No cree que si usamos sólo novedades tecnológicas tendemos a perder el norte?

Pienso a menudo en experiencias con excelentes profesores, que no sabían nada de nuevas tecnologías, pero con los que ha aprendido mucho, en contraposición con “excelentes” cursos de impresionante repertorio tecnológico y tutores virtuales del copia y pega mensajes para todos que no me han enseñado nada, donde para aumentar el beneficio, se amplían las ratios o incluso se contratan “teletutores” como si de telmarketing abuisivo se tratara.

Pongamos un ejemplo: la norma de calidad UNE 66181 no me dice que campus debo utilizar, ni que tecnologías, me dice que metas de carácter pedagógico debo alcanzar (y hasta que modelos de aprendizaje). Eso sí, en esta norma se hace un esfuerzo por evitar la «jerga pedagógica», y añadimos términos como factor de asimilación, y usamos términos pedagógicos (como la tutoría) cuando no nos queda más remedio.

Pero claro, entre que los pedagogos o profesionales de la formación, en ocasiones vemos este mundo desde lejos, muy desde lejos y además parece que nos sobra el trabajo… o los ámbitos de actuación (pues a este le hacemos poco caso… y al ámbito laboral también poco hcaemos poco caso). Por otra parte como la formación se mercantiliza a ritmos desorbitados, no paran de aparecer cursos, y creadores de cursos, y herramientas para crear cursos que desde mi punto de vista no hacen otra cosa que intentar paliar un gran defecto… y es la falta de pedagogía, en productos pedagógicos.

Con todos mis respetos no tengo interés en participar en un webinar al que recientemente he sido invitado para aprender en unas horas a crear un curso con éxito. También regalan un ebook de 13 páginas (contando portada pero con ausencia de bibliografía), que contiene un videotutorial, te recomiendan el uso de un software (por cierto de carácter genérico, no de creación de contenidos) y poco más. Todo un repertorio de tecnologías (webinar, ebook, videotutoriales, etc) pero sin nada de pedagogía.

En Junio de 2012, titulaba una entrada de la siguiente forma: “Cuanto más conozco las plataformas elearning, más consciente soy de su irrelevancia respecto a los procesos de enseñanza aprendizaje en e-learning”. No era mi intención predecir su muerte… es más su muerte considero que puede llegar a ser irrelevante. Mi intención era poner por encima el aprendizaje, y las herramientas como su apoyo. Sin embargo, una de las desventajas de tener cada vez herramientas más innovadoras es que su uso eclipsa su objetivo final cuando este es el aprendizaje.

Nos dan las plataformas (software libre). Nos dan los contenidos, en SCORM. ¿Que nos falta?

Desde la Fundación Tripartita (almacén de productos), o desde Edukanda, nos ofrecen contenidos en formato SCORM. Por otra parte, con los conocimientos adecuados, podemos acceder a distintas plataformas, y de forma gratuita, podemos disponer de nuestro espacio web. Por lo tanto, ¿que nos falta? Tenemos el soporte y tenemos los contenidos… Pues nos falta lo más importante: las personas. Educadores, profesores, pedagogos, y por supuesto alumnos. Una infraestructura, que además pueda justificar que hemos recibido esa formación.

No cuanto con nada. Sólo con la plataforma, y los cursos, pero si quieres visitarla, y conocer algún curso en concreto estás invitado. Comenta la entrada y me pongo en contacto contigo. Ni te cobro, ni te tutorizo, ni mucho menos te doy título.

Títulos subidos a nuestra.redformacion.es

Como añadir música a tus contenidos, sin tener problemas con la SGAE

jamendoSi hemos diseñado un vídeo, o una presentación multimedia y queremos insertar música, podemos hacerlo. Eso sí, no puede ser música que tenga derechos de reproducción. Por ejemplo, es último éxito de Shakira, por muy bien que quede en nuestro vídeo, no será posible usarlo, a no ser que contemos con los derechos apropiados para el uso de esta música.

¿Que alternativas tenemos? Pues aunque pueda parecer la contrario, tenemos infinitas posiblidades, además de música de calidad, pero de autores que no están en los círculos comerciales, y permiten el uso de su obra. Eso sí, debemos tener presente cuales son los requisitos que necesitamos cumplir para usar la obra. El más común será el de indicar quien es el autor de la obra.

Podemos encontrar música en muchas páginas, pero te recomiendo Jamendo, pues permite una búsqueda en función de licencias, estilos musicales, etc.

La dirección es esta: http://www.jamendo.com/es/albums

Si quieres saber más sobre las licencias te recomiendo esta página: http://es.creativecommons.org/licencia/